miércoles, 30 de diciembre de 2015

DELIBES, MIGUEL: El hereje. Editorial Austral, 1998.


DELIBES, MIGUEL: El hereje. Editorial Austral, 1998.
Resumen
Este libro narra la vida de Cipriano Salcedo, desde los momentos previos a su nacimiento, centrándose en la vida de su padre, un pequeño burgués del Valladolid del siglo XVI, en tiempos de Carlos I, dedicado al comercio de la lana, pasando por las peripecias de su infancia (entre ellas la relación con su padre), que determinarían su carácter futuro, su vida de adulto al heredar los bienes de su padre, su obtención de títulos de hidalguía, su éxito como innovador comerciante, su casamiento, su conversión y entrega al alumbrismo, la nueva corriente religiosa que se introdujo en España siguiendo las doctrinas de Lutero, y su posterior captura por el Santo Oficio y quema en la hoguera.
Comentario
Destaca la abundancia de temas, pues no sólo se trata el tema de la religión, ni siquiera se puede decir que sea el principal; además del ya mencionado, el texto aborda la enfermedad, la pena, las relaciones de todos los tipos, la vida de la gente sin recursos, pero también la de la acomodada, los vicios, la culpa, el amor, la lealtad y por último la traición, muy presente en los últimos capítulos del libro. De forma adicional, el libro ofrece una gran descripción, si bien no comparables a las llevadas a cabo durante el realismo, del Valladolid del siglo XVI y de sus aledaños. De esta manera, el autor logra describir acertadamente, pudiendo llegar uno a hacerse a la idea de cómo era la sociedad vallisoletana, quizás incluso de la castellana de la España del siglo XVI.
Pasando al argumento, no se puede decir que goce de originalidad, de hecho, es predecible lo que va a ocurrir simplemente leyendo el título de la obra. No obstante, a mi entender, el objetivo de esta obra no es ser original y sorprendente sino mostrar la vida en el siglo XVI, enseñar, si es que el lector no lo sabía, la existencia de corrientes luteranas en España, sobre todo las basadas en los textos de Carranza, a quien se menciona varias veces en el libro. Adicionalmente uno logra comprender los medios de actuación de la Inquisición en su afán de perseguir a los herejes, desde luego, diferente a como me lo había imaginado. Por último, también cabe destacar el congreso que tuvo lugar unos años después de la redacción por parte del Lutero de sus famosas tesis, cuyo fin era adoptar o rechazar las ideas erasmitas, por consiguiente se trata, en mi opinión, de un excelente texto para conocer la historia desde el punto de vista religioso de los acontecimientos de la Reforma Protestante en España.
Volviendo al argumento, cabe destacar varias cosas curiosas, el hecho de que el protagonista, Cipriano Salcedo, naciera el día de la visita de Carlos I a Valladolid, coincidiendo con el día en que Lutero emitió sus tesis, y de que muriera en el auto de fe celebrado en presencia de Felipe II, por lo que nació y murió rodeado de reyes. También son curiosas las similitudes entre la vida de padre e hijo (Bernardo y Cipriano Salcedo). Por ejemplo: ambos quedaron viudos y en ambos su descendencia tuvo algo que ver; en el caso de Bernardo, su mujer murió poco después de dar a luz a Cipriano, “el pequeño parricida”, y en el caso de este último, el hecho de que Cipriano no se tomara en serio el hecho de tener hijos, unida a la baja fertilidad de los Salcedo, llevó a que su mujer, Teodomira, cayera en la locura y la llevara, finalmente, a su muerte. Padre e hijo dieron la noticia a sus respectivos renteros, padre e hijo, también, repitiéndose de este modo la misma escena. Las coincidencias, sin embargo, no se acaban allí. Tanto padre como hijo, estuvieron noche tras noche durante varios meses acostándose con mujeres con las que no estaban casadas. En el caso de Bernardo, fue la mujer (en teoría virgen) que Bernardo encargó a una alcahueta, a la que Bernardo daba dinero a cambio de sus “servicios”, que luego acabó acostándose con todo el pueblo. De un modo similar, al salir Cipriano del colegio y reencontrarse con Minervina, su nodriza, tuvo lugar una situación similar, que acabaría con la llegada de Ignacio Salcedo, tío de Cipriano, y de su mujer que acabarían echando a Minervina de la casa donde habitaban. Y aún podemos sacar una similitud más, tanto padre como hijo murieron a una edad temprana e Ignacio, el hermano de Bernardo y tío de Cipriano vivió la pérdida de su hermano mayor y la de su sobrino.
De la vida de Cipriano cabe destacar sus relaciones amorosas, pero no en el sentido sexual, sino en el estrictamente literal. Como el texto ya menciona en varias ocasiones, Cipriano siempre duda de a quién ha amado en realidad y de quién lo ha querido de verdad. Es evidente que la relación entre Cipriano y Minervina siempre había tenido amor de por medio. No obstante una relación no mencionada en el texto, pero que para mí tiene una especial importancia, es la relación de Cipriano con su tío Ignacio, con quién si bien no hay muestras gestuales de cariño, es evidente que Ignacio quería a su sobrino, pues estuvo con él desde el inicio hasta el final, en lo bueno y en lo malo, arriesgando incluso, a veces, su carrera en la Chancillería. Sobre la relación con su esposa, es evidente que el amor estuvo más presente en los momentos iniciales de su relación, pero por escaso que fuera ese sentimiento en los momentos de la muerte de Teo, ésta le causó dolor, por lo que es evidente que en el fondo la amaba.
Dejando de lado los temas anteriores, centrémonos en la habilidad de comerciante de Cipriano, que acabaría sin saberlo, introduciendo las bases del capitalismo actual, como el libro menciona explícitamente. Es evidente que Cipriano se presente como un burgués justo con sus socios y ayudantes, que siempre están contentos con el contrato que mantienen con él. De su inteligencia en las finanzas no cabe dudar, aunque es verdad que su tío siempre le ayudaba en ello.
Pasemos ahora al tema más presente en los últimos capítulos del libro, la traición. Al ser capturados Cipriano y sus condiscípulos por el Santo Oficio, parecía que el juramento que todos habían hecho sobre la Biblia de no delatarse los unos a los otros jamás había tenido lugar. En las diferentes audiencias en la cárcel de la Inquisición, prácticamente todos, salvo algunas excepciones, entre ellos Salcedo, se dedicaron a acusarse los unos a los otros de la perversión. Cipriano Salcedo reconoció ante el inquisidor su completa fe en el alumbrismo y no desveló información alguna ni siquiera bajo tortura. De esta manera, el perjurio de la antigua “hermandad”, que desde luego no podía recibir ese nombre ahora, sembró el odio entre sus antiguos miembros. De hecho, esto llevó a que al leer la descripción de la quema de los que cometieron perjurio no sintiera lástima, sino que alegría y conformidad, no por luteranos, sino por traidores.
Centrándonos en la parte final del libro, el autor sin ninguna figura espectacular, simplemente con el estilo de redacción que es presente en toda la obra, es capaz de provocar en el lector un gran sentimiento de tristeza y emotividad en la narración de la venida abajo de la vida de Cipriano, desde su captura hasta el momento de su quema en la hoguera, convirtiéndose Cipriano en casi el único que fue leal a su palabra y a su fe muriendo conservando su fe alumbrista, mientras que la gran mayoría de sus antiguos condiscípulos moría suplicando el perdón y diciendo que se habían reconvertido. Cipriano murió, sin embargo, sin queja, sin lucha y convencido de su fe. Algo que no se puede describir de otra forma que con la palabra “honor”, del cual carecen sus compañeros.
Hablando ya más bien del autor que del argumento, su estilo no se puede caracterizar con la palabra original ni tampoco con la de virtuoso, no se le puede comparar con el virtuosismo de los grandes genios de nuestras letras. No obstante es evidente que el autor sabe escribir y con su forma de descripción, a veces distante y vaga, es capaz de causar, de una forma bastante simple, emociones en el lector. Por lo tanto hay que valorar su eficaz simpleza.
Sobre los personajes es evidente la relación y la conexión que hay entre ellos y el hecho de que cada uno tenga una personalidad diferente, incluso aquellos secundarios, por lo que sin duda, es un punto en el que el autor ha empleado esfuerzo y tiempo y merece reconocimiento por ello.
Como ya he dicho antes, para mí, este libro tiene una finalidad didáctica si cabe más importante que la de entretenimiento, pues me ha servido para conocer de forma precisa las diferentes corrientes religiosas que se desarrollaron en España en esa época y la sociedad de aquel periodo.
Como colofón, no puedo menos que decir que la lectura del libro me ha resultado interesante y entretenida, aunque no siempre alegre. Para todo aquel que le suscite interés la historia de este periodo, es una lectura muy recomendada.


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